D.Rafael Zornoza, obispo de Cádiz: ‘una magna o extraordinaria no está entre nuestras preocupaciones ahora mismo’

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El Obispo ante la Custodia en el Corpus de 2019


«Las celebraciones online seguirán siendo útil, sin duda, pero no es lo mismo que la experiencia presencial de comunión».

«La libertad de culto es un derecho fundamental de los ciudadanos que está por encima del estado de alarma»

«Una Magna o Extraordinaria no está en nuestras preocupaciones actuales, y me consta que tampoco entre las del Consejo»

Hemos querido saber la opinión del Obispo de Cádiz y Ceuta sobre esta atípica Semana Santa que hemos vivido y sobre algunos otros asuntos relacionados con la misma. Agradecemos u disposicón y la de su equipo de comunicación para atendernos

¿Qué balance hace de la Semana Santa tan atípica que hemos tenido en 2020?

Ha sido un tiempo de auténtica pasión, con la presencia invisible de los católicos viviendo su fe y sus fiestas en confinamiento, posiblemente una Semana Santa muy profunda, vivida más hacia adentro que hacia el exterior. Lo importante en cada momento es hacer lo que Dios nos pide. La Iglesia diocesana ha venido prestando su ayuda espiritual y humana a través de las parroquias, los capellanes de hospitales, los sacerdotes y los voluntarios de las parroquias, así como de las oraciones y otros gestos solidarios de conventos y comunidades religiosas. También las Cáritas diocesanas,
parroquiales han estado prestando su ayuda desde el primer momento de la pandemia.

En Semana Santa, como sabe, son muy visibles las hermandades. Este año también han estado muy presentes, aunque menos perceptibles. Aunque han prescindido de sus salidas procesionales es de alabar la actuación responsable de las cofradías no menos activas en el cuidado de los hermanos a través de los medios de comunicación y otras ayudas, disponibles para ayudar en los oficios en sus parroquias, motivando para vivir interiorizando más las fiestas, y muy preocupados por la caridad a través de sus cauces habituales, especialmente trabajando en las caritas parroquiales, pero también
colaborando con otras instituciones, ayuntamientos, etc.

¿Cree que en algunos sectores de la sociedad se ha confundido la Semana Santa y su significado con sacar los pasos a la calle?

Creo que no se confunde demasiado, al menos entre los que viven su fe. La Semana Santa pertenece a la liturgia de la Iglesia que celebra principalmente el misterio de nuestra redención en sus oficios, pero también se sirve de innumerables manifestaciones de piedad como son las procesiones, que graban profundamente nuestras costumbres y cultura. Las echamos de menos porque nos ayudan a vivir la fe y reclaman una participación activa que deja marca en nuestro sentimiento y en nuestro seguimiento de Cristo. Es comprensible que se defiendan con tanto empeño las procesiones. En el caso de los cofrades viven todo el año su fe en torno a sus titulares, y en los pasos y estaciones de penitencia ven realizados muchos deseos y promesas.

 ¿Ve la celebración de misas y otros actos de la iglesia a través de internet como una solución puntual para este momento o es una opción que viene para quedarse?

La facilidad de participar en las celebraciones a través de los medios de comunicación no es algo nuevo. Ya sabíamos lo que aporta para perseverar a mucha gente impedida, hospitalizada o anciana, a lo largo de todo el año. Seguirá siendo útil, sin duda, pero no es lo mismo que la experiencia presencial de comunión, de comunidad, ni de expresión litúrgica. El Papa Francisco ha afirmado que “la Iglesia virtual no es Iglesia”, aunque ahora nos sirva, porque el ideal de la Iglesia es estar siempre con el pueblo y con los Sacramentos. Creo que lo puede entender todo el mundo. Es más, veo que todos están deseando poder reunirse ya de modo habitual, hacerse presentes, comulgar, darse la paz.

 ¿Qué opinión le merece el desalojo de alguna iglesia de la ciudad en plena misa por parte de las autoridades?

Monseñor Luis Argüello, Secretario de la Conferencia Episcopal, ha recordado recientemente que la libertad de culto es un derecho fundamental de los ciudadanos que está por encima del estado de alarma. De hecho, el Real Decreto del estado de alarma permite la celebración de culto (articulo 11) guardando las precauciones sanitarias. He de decir también que cuando ha habido alguna de estas “actuaciones desmedidas” de los agentes del orden hemos recibido disculpas. Ahora hay que pensar en volver a la normalidad, ante la posibilidad del inicio de un periodo de desescalada, y que se pueda
retomar la celebración de las misas con público, ciertamente con todas las medidas de seguridad necesarias. Quizá se imponga el uso de mascarillas, mantener la distancia entre los fieles y que se pida a los participantes que se laven las manos a la entrada a los templos. Ya se verá. Lo que le aseguro es que los párrocos son extremadamente cuidadosos con todo ello.

Toledo ya se ha posicionado a favor de una Magna o Extraordinaria cuando sea posible. ¿Cuándo tomará el Obispado de Cádiz y Ceuta una decisión al respecto?
Es una cuestión que no está en nuestras preocupaciones actuales. Me atrevería a decir que tampoco en la de los Consejos Locales de Hermandades y Cofradías de la diócesis, por la información que tengo. Estamos, sin embargo, muy preocupados por la huella de dolor que están dejando los miles de difuntos por la pandemia, en las penosas condiciones que conocemos, con tantas familias heridas por la enfermedad y la pérdida de seres queridos. Permítame expresar aquí la cercanía de la Iglesia a los familiares de los fallecidos en este momento de duelo. Lo que podemos hacer –y estamos haciendo—
es rezar, ofrecer la Santa Misa como sufragio, y estar muy cerca de los que sufren esta pérdida. Como sabe han fallecido unos 70 sacerdotes en España, ciertamente algunos son sacerdotes mayores jubilados en residencias, pero la mayoría atendiendo a los enfermos, y son muchos más los contagiados. Han confesado su fe dando la vida por amor. Aunque todos estemos sumidos en el consiguiente dolor somos conscientes del consuelo de la esperanza cristiana que nos hace mirar al cielo como nuestra meta y encontrar ya ahora la cercanía de Jesucristo que ha resucitado y nos acompaña aquí. Nos fortalece su presencia y su amor por el que nos unimos a Dios y al dolor de todos los que sufren.

También nos preocupa, y mucho, la situación económica y laboral. Aunque Caritas Diocesana asiste actualmente a más de 6.500 familias, este número se ha incrementado muy significativamente en las últimas semanas en plena crisis, a razón de 500 familias por semana, y sigue creciendo a medida que van gastando los pequeños ahorros disponibles y encuentran los servicios públicos colapsados. Cáritas ha hecho una llamada urgente a colaborar de modo sencillo y práctico. También los sacerdotes y yo hemos querido desprendernos de parte de nuestro sueldo para contribuir con los
afectados por la crisis de la pandemia. Ya hemos padecido otra gran crisis que estábamos superando con una colaboración ejemplar de todos. Espero que de nuevo estemos también dispuestos a hacerlo ahora. Cuando pase el confinamiento habrá que replantearse muchas cosas según sea la situación, compartir las inquietudes del pueblo de Dios, ver la capacidad de reunión y concentración posible, la oportunidad de algunos actos, etc. No me parece fácil anticipar en este momento los acontecimientos ni programar muchas cosas.

 Para terminar, ¿qué mensaje quiere añadir?
Quisiera agregar que deberíamos hacer una reflexión serena de cuanto estamos viviendo e incorporar algunas convicciones en nuestro modo de vivir individual y social. Por ejemplo, hemos descubierto en los hospitales, en los servicios cívicos y las fuerzas de seguridad, en los jóvenes, etc., gente que da la vida con generosidad, que tenemos muy cerca de nosotros muchos de esos “santos de la puerta de al lado” –como los ha llamado el Papa Francisco—. Aprovecho para mostrar mi agradecimiento por la generosidad de tantos particulares, así como de entidades privadas, que a lo largo de estos últimos días están ejerciendo la caridad con aquellas personas más vulnerables a las consecuencias de la actual crisis.

Permítame hacer una llamada a todos para colaborar desde ahora con esfuerzo y sacrificio para recuperarnos en la nueva etapa que se nos presenta, pero aprendiendo las lecciones positivas del confinamiento: el valor de la familia y la convivencia, la rémora que supone el individualismo, la solidaridad con nuestros vecinos y los más lejanos, el cuidado de los ancianos, el deseo de comunidad expresando en la relación virtual entre los fieles de las parroquias, la fuerza propia de los sacramentos, el alimento de la eucaristía, entre otros. Me gustaría que como Iglesia estemos presentes aportando lo mejor ante estos retos. Hemos comprobado que la Iglesia está en su sitio, con los más
necesitados, con todos, pues todos necesitamos a Dios. Así lo espero. Gracias.


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