Es evidente que ni los más optimistas, aunque no lo digan a voz en grito, confían ya en una Semana Santa con procesiones
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Salvo imprevisto, la próxima semana se producirá esa anunciada reunión entre la Junta de Andalucía y los representantes de los Consejos de Hermandades y Cofradías de la comunidad. Deberíamos estar expectantes por lo que se pudiera desprender de ese encuentro en el que en líneas generales se va a acordar qué sucederá con la Semana Santa de 2021. Sin embargo, llegamos a esta fecha cuando Sevilla ya ha dado el paso, esta vez a través de su arzobispo, que ha dejado claro en su decreto que no habrá procesiones ni cultos públicos de las hermandades sevillanas en las calles.
De nuevo la capital andaluza se ha adelantado a los acontecimientos y a lo acordado. Se ha salido del
‘pacto’, tal y como se preveía, a pesar de que desde todas las provincias se había insistido en la necesidad de adoptar una misma decisión en común y difundirlo de forma organizada. Pero en Sevilla había prisa y al igual que sucedió el pasado marzo ha ido por libre y ha optado por zanjar las dudas en el mes de diciembre que era justo lo que había sugerido en varias ocasiones.
Ante este panorama, y a pesar de que esta vez no se ha producido este incesante goteo de comunicados en cadena de los distintos organismos que representan a las cofradías andaluzas, es evidente que ni los más optimistas, aunque no lo digan a voz en grito, confían ya en una semana de procesiones o ‘sucedáneos’ en las calles. No se entendería que cada provincia o cada diócesis hiciera lo que le diera la gana ni tampoco que en Sevilla no hubiera procesiones en las calles pero en Cádiz sí. Precisamente para evitar disparidad de criterios se había propuesto esperar a esta reunión del día 13 con la consejera de Cultura, para seguir las indicaciones de quienes tienen competencias para indicar si es viable o no que se celebre una procesión teniendo en cuenta la situación de la pandemia.
Hasta hace algún tiempo confiaba en que esta vez el desarrollo o no de la Semana Santa se anunciara de forma unánime. Pero se ha comprobado que todavía hay muchos que prefieren no escuchar propuestas ni alternativas porque sin duda ello conlleva un esfuerzo que no les compensa.
De esta forma, por segundo año consecutivo, Cádiz, como las demás provincias, se quedará sin salidas procesionales con todo lo que ello supone económicamente para las hermandades, artesanos cofrades, bandas de música… Pero lo más importante es que esto pondrá definitivamente a prueba la devoción de los cofrades y por tanto la capacidad de resistir de las distintas corporaciones gaditanas. Porque si ya algunas presentaban dificultades para conformar un desfile nutrido de capirotes o una cuadrilla de cargadores, estos dos años de ausencia podrían suponer una desmotivación generalizada. Tendrán que trabajar mucho las cofradías para hacer que esto no suceda. Tendrán que estar más cerca que nunca de sus hermanos, fieles y devotos y confío en que para entonces, cuando todo esto haya quedado en un mal recuerdo, los cofrades den ejemplo de fe y respalden a sus hermandades.
Por eso es necesario mantener en la medida de lo posible todo aquello que nos acerque a la normalidad. Por eso es preciso plantear una Cuaresma que, aunque sea diferente por las limitaciones, haga que el fervor no desaparezca. Por eso también es justo que se celebre el pregón, si las autoridades lo permiten, porque ahora es cuando más se necesita anunciar nuestra Semana Santa.