Hay esperanza (Artículo de Manolo de la Varga en La Voz de Cádiz)

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Tras doce meses de malas noticias, el mundo cofrade gaditano encaraba con miedo y desconfianza la Semana Santa en curso, la de de 2021

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Este año no hay niños pidiendo cera, ni carritos de chucherías delante de la Cruz de Guía, no vemos a los penitentes surcando presurosos capirote en mano el camino hacia la iglesia, ni a los guiris intentando aclararse con un itinerario en una mano y un plano de la ciudad en la otra. Son estampas de nuestra Semana Santa que deberán esperar, en el mejor de los casos, hasta el año que viene, hasta 2022.

Tras doce meses de malas noticias, el mundo cofrade gaditano encaraba con miedo y desconfianza la Semana Santa en curso, la de de 2021. Han sido muchas piedras en el camino y muchos desengaños en este tiempo previo. Muchos se temían que Cádiz se

 hubiese olvidado de su Semana Santa, que la Semana de Pasión descafeinada a la que nos está obligando la Covid hiciese que los gaditanos y gaditanas diesen la espalda a sus titulares y cofradías.

Para sorpresa de muchos, no ha sido así. El Domingo de Ramos arrancaba con un frenético trasiego de personas en San José y María Auxiliadora, un trasiego que con el paso de las horas se transformó en largas y ordenadas colas de fieles ansiosos por ver a sus titulares. Por la tarde, la gran afluencia se trasladaba a San Agustín, San Lorenzo y Santo Domingo.

Las colas se sucedían por todos los templos gaditanos. El martes la cola para entrar a Santiago llegaba casi a la calle Pelota. Para entrar en San Francisco había que armarse de paciencia, al igual que para hacerlo en Santa Cruz, San Pablo o la Merced.

La Iglesia de la Palma lucía su espectacular disposición a viñeros y no viñeros y las peticiones de respeto por la maldita distancia de seguridad se oía a cada momento.

Este Jueves Santo será un día grande en Santa María y para poder venerar al Greñúo habrá que echarle paciencia, pero merecerá la pena. Todo lo que haga falta por ver al Regidor Perpetuo en su día, y que no se vea solo como el año pasado.

Las flores. Ésas que este año no lucen en los pasos y palios se acumulan a los pies de las imágenes. No son pocos los que acuden a los templos con un ramo, para que los titulares de los que son devotos y devotas no echen de menos el aroma de la Semana Santa.

Gran parte de este éxito hay que atribuirlo, como no puede ser de otra manera a las cofradías de la ciudad, que a pesar de atravesar por graves dificultades económicas han recurrido a la imaginación, la originalidad y sobre todo al trabajo para ofrecer algo diferente. La labor callada que durante todo el año realizan las mujeres y hombres de las cofradías gaditanas ha vuelto a salir a la luz sacando lo mejor de sí mismos exponiendo a sus titulares de una forma más que digna y elegante.

Por supuesto, como en todo, hay diferencias y se ha podido ver cómo algunas hermandades se las apañaban para elaborar un montaje de cultos diferentes cada semana de Cuaresma para atraer a los fieles a sus templos, mientras que otras a penas se han limitado a cumplir, aunque si bien sería injusto no recordar que las posibilidades a la hora de montar los altares no dependen exclusivamente de las hermandades.

Cádiz echa de menos su Semana Santa. Los que dicen que aquí solo importa el Carnaval y el fútbol se tienen que rendir a la evidencia de que una gran parte de la ciudad es cofrade, o al menos lo es en Semana Santa. Con poquito que se le dé, el pueblo acude a los templos ávido del olor a incienso, de la mágica luz de las velas o los estrenos que muestran orgullosas las hermandades.

En un año salpicado de malas noticias no conviene olvidar lo positivo. Hay esperanza.


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