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Este marzo, después de este año que se ha hecho tan eterno, tenemos la oportunidad de volver a apreciar los detalles y símbolos que en esos meses de confinamiento cobraban tanta relevancia
La memoria es caprichosa, muchas veces cruel. También es selectiva. Hay quienes son capaces de rememorar solo lo bueno y consiguen enterrar los malos momentos de tal forma que parece que nunca han existido. Será por supervivencia, para poder seguir adelante, en la complicada rutina diaria en la que tantas veces tomamos decisiones erróneas.
Pese a ese instinto por subsistir, los recuerdos están ahí. Solo hay que rascar un poco para que afloren y nos devuelvan a la realidad, esa que construimos pensando que era inquebrantable y que ahora comprobamos cómo se ha derrumbado.
Nos guste o no recordarlo, lo cierto es que estos días a la mayoría de nosotros se nos viene a la cabeza lo que sucedía hace un año. Porque tal día como mañana asistíamos atónitos y con enorme preocupación al anuncio de una serie de medidas sin precedentes. Ya saben, el Estado de Alarma y todo lo que esta declaración conllevó consigo. Entre otras cosas, el cierre de los centros educativos, que en general tanto daño ha causado entre el alumnado, aunque apenas se hable de ello.
Y en plena vorágine por tal decisión excepcional llegó ese 14 de marzo en el que saltó también lo que muchos cofrades ya temían. Fue ese sábado cuando se precipitaron los acontecimientos y se produjo aquella catarata de comunicados en los que los distintos consejos de hermandades de las provincias andaluzas confirmaban que no habría procesiones en Semana Santa.
Primero fue Sevilla y ya después se incorporaron las demás en un momento de tanta inseguridad y miedo que a más de uno incluso ya le pareció tarde para anunciarlo. De hecho en Cádiz, todo hay que decirlo, hace justo ahora un año, el día 12 de marzo de 2020, la junta de gobierno de la cofradía de Afligidos, con su hermano mayor, Ramón Velázquez, a la cabeza, comunicaba que no realizaría su salida procesional el Jueves Santo debido al coronavirus. Fue la primera hermandad andaluza en desistir de la idea de organizar su cortejo y poner su paso en la calle en Semana Santa. Esa inquietud que existía en el ambiente también hizo que muchos sentenciaran esa decisión de la hermandad de San Lorenzo de precipitada y exagerada. Pero el tiempo finalmente le dio la razón a Afligidos.
A partir de entonces, todo fueron cancelaciones en Cuaresma y un poco más tarde, citas virtuales en una Semana Santa, que como ya saben, vivimos irremediablemente desde nuestras casas. Así, desde el Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección pasaron los días con las calles prácticamente desiertas, las iglesias cerradas y esas ofrendas, esos pequeños altares improvisados, esos mensajes a las puertas de los templos, que nos encogían el alma. Ahora que el azahar comienza a florecer de nuevo, la situación es diferente. Hay que recordarlo. Porque este marzo, después de este año que se ha hecho tan eterno, tenemos la oportunidad de volver a apreciar los detalles y símbolos que en esos meses de confinamiento cobraban tanta relevancia. Disfrutemos con responsabilidad de estos días que se nos acercan y recordemos lo que hemos aprendido en todo este tiempo.