Que lejano queda ya aquel 14 de marzo donde el Gobierno decretó el Estado de Alarma y comenzó un confinamiento del que poco podríamos imaginar que viviríamos en pleno siglo XXI.
Dos días más tarde, y debido a las cada vez más estrictas medidas que se iban tomando, la Comunidad Franciscana decidió cerrar al culto público la Iglesia de San Francisco (ver AQUÍ), en un ejercicio de responsabilidad pues si bien la apertura de los lugares de Culto, amparados por ley, son un derecho, no se quiso exponer a los feligreses y devotos a contacto. En eso dos días además hubo hasta que suprimir alguna de las Eucaristías por falta de fieles.
Y así se cerraron las puertas que se mantuvieron hasta el pasado lunes 11 de mayo, cuando al entrar nuestra Comunidad en la Fase 1 de la desescalada, ésta permitía retomar, con las medidas sanitarias adecuadas, la apertura para nuestro encuentro personal con Dios y nuestras Imágenes.
La Comunidad ha realizado un gran esfuerzo para que el Convento reúna todas y cada una de las medidas sanitarias. Dispensadores de gel hidroalcohólico, normativa de ubicación en los bancos, desinfección del templo al término de cada Eucaristía, balizas, carteles aconsejando el uso de guantes y mascarillas, confesiones en la Sacristía…
Si bien no estábamos acostumbrados a ver así San Francisco, hay que alabar el esfuerzo los frailes de la casa han puesto para nuestra seguridad. La Iglesia luce radiante, como podemos ver hasta en la limpieza a la que han sido sometidas las lámparas de araña del techo.
Desde estas líneas, felicitar a la Comunidad Franciscana por su buen hacer y celo por velar por la seguridad de todos, en la confianza de que en las manos del Señor y de su Madre pronto acabe toda esta incertidumbre que tanto daño ha hecho a nuestra vida social.