Una Semana Santa para aprender (artículo de Ana Mendoza en La Voz de Cádiz)

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Trabajar en los altares, acercar las imágenes a los fieles, abrir los templos y que haya una programación variada. Esa debe ser la Semana Santa del futuro

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Concluida una nueva Semana Santa es el momento del análisis, de las valoraciones, de hacer balance y tomar nota. Pensar en cómo queremos que sea la próxima o, en el peor de los casos, esperar a ver cómo nos dejarán que sea.

La de este 2021, tan diferente, tan distinta y atípica, como se ha repetido hasta la saciedad, no debería pasar de largo de nuestras memorias. Porque esta Semana Santa ha servido para comprobar principalmente que en Cádiz las hermandades están más presentes en las vidas de los ciudadanos de lo que muchos pensaban. Me remito a las imágenes de las colas que se han formado para entrar en los distintos templos, al ambiente que durante todos esos

 días se ha palpado en las calles… Al trasiego constante de cofrades, devotos, vecinos y fieles para visitar iglesias.

Sí, la verdad es que al final esa respuesta de la gente ha llamado enormemente la atención. Porque no es lo mismo encontrarte una procesión por la calle, que ya que estás, la ves, que salir para recorrer las iglesias porque, bien por cristianismo, o por algún otro motivo, tienes interés en contemplar las imágenes.

De esta forma ha quedado demostrado que las cofradías forman una parte muy importante de la ciudad y por eso hay que tenerlas en cuenta. Pero además, en estos tiempos que corren, son el vínculo de unión más fuerte entre la Iglesia y buena parte de la ciudadanía, especialmente entre los jóvenes. Y de ellas debería aprender también la organización eclesiástica para no seguir perdiendo fieles.

Al margen de la destacada afluencia de gaditanos a los templos, esta Semana Santa ha servido para desarrollar un poco la imaginación y plantear nuevas propuestas para enriquecer la programación de esos días. Y esto supone la confirmación de que si se tienen ganas y buenas ideas, todo es posible, aunque se trate de un ámbito tan poco dado a los cambios como el cofrade y a pesar de que estemos inmersos en una pandemia que nos restringe de determinadas actuaciones.

Pero ahí han estado las juntas de gobierno, con sus equipos de mayordomía a la cabeza, pensando y tratando de ofrecer algo distinto, generando esperanza, acercándose a sus hermanos y propiciando ese interés por conocer cómo se presentaban esos altares extraordinarios, exponiendo sus enseres, mostrando sus estrenos… Ahí ha estado la Permanente del Consejo coordinando actos que entraran dentro de lo permitido. No se rindió con el Vía Crucis, ni con el cartel. Tampoco lo hizo con el pregón. Eso habría sido lo más fácil. Planteó un acertado concierto pasional con la capilla musical San Pablo en la Catedral. Cedió su sede para la muestra de pasos en miniatura… Con la ayuda de la Fundación Cajasol, Cádiz tuvo su exposición cofrade. En definitiva, con muchísimo esfuerzo y la unión de todas las hermandades, el Consejo ha hecho posible que esta Semana Santa diferente haya sido intensa y muy emotiva.

Faltaron las salidas procesionales, los penitentes, las bandas de música en las calles, los cirios, las sillas, la rampa de Catedral… Eso volverá. Confío en que sea el año que viene. Pero sería importante mantener algunas de estas propuestas, que, como se ha visto, engrandecen la Semana Santa. Trabajar en los altares, acercar las imágenes a los fieles, abrir los templos y que haya una programación variada. Esa debe ser la Semana Santa del futuro, al margen de la propia reestructuración de las jornadas, que desde ya mismo debiera estudiarse.


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