La medida sería excepcional para compensar la previsible merma de sillas a consecuencia de los aforos de la pandemia
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PABLO DURIO. La Semana Santa de 2022 es, a día de hoy, un gran interrogante. La erradicación de la pandemia del Covid no avanza conforme a las previsiones, según las cuales hace ya meses debía haberse alcanzado el 70% de la llamada inmunidad de rebaño que permitiría volver a una vida sin tantos límites y restricciones. Y aunque el 8 de abril de 2022, Viernes de Dolores, aún queda lejos, los plazos cada vez son más cortos de cara a la preparación de una Semana Santa que las cofradías ya entienden que no será como lo que hasta 2019 era habitual.
El problema es que en el momento actual de pandemia, con la quinta ola amenazando el verano y nuevas medidas restrictivas, nadie puede ni siquiera intuir qué va a ocurrir la próxima Semana Santa; ni siquiera hay certeza de si las hermandades podrán volver a salir a la calle o tendrán que afrontar un tercer año con las imágenes en las iglesias y los pasos en los almacenes.
Pese a esta situación tan incierta, el Consejo de Hermandades no quiere dejar pasar el tiempo, y a pesar de estar en pleno mes de agosto, ha iniciado ya unas primeras gestiones de manera informal para ir analizando cómo puede ser la Semana Santa y qué se puede dar en la calle cuando llegue abril de 2022.
Una de las cosas que el equipo de Juan Carlos Jurado tiene clara es que los aforos serán mucho más limitados que hasta 2019. Algo que afectará de lleno a la carrera oficial, que tendrá que ver reducida su capacidad para ampliar los espacios entre sillas y entre palcos. Por ello, el Consejo ya está estudiando la posibilidad de ampliar el próximo año la carrera oficial, de modo que esa pérdida de sillas en el recorrido actual (de Nueva a la esquina de Novena con Barrié) se compense bien adelantando el inicio o bien retrasando el final; o ambas cosas.
Esta opción que contempla el Consejo de Hermandades no supone más que la adaptación a dos corrientes de opinión respecto a la actual carrera oficial. Así, si se opta por ampliar la carrera por su inicio, la opción que se barajaría sería que comenzara en San Agustín, como ya han propuesto algunos estudios; de igual forma, si se amplia por detrás la carrera, volverían las sillas a la calle Ancha, como demandan algunos ‘nostálgicos’ de la Semana Santa.
Una tercera vía que por el momento no contempla el Consejo es la de trasladar la carrera oficial a un espacio más amplio que permita ampliar el aforo y respetar las normas de seguridad que imperen la próxima primavera; una opción que pasa por un itinerario común por la avenida Cuatro de Diciembre, o una apuesta aún más arriesgada e improbable por el Campo del Sur.
En este punto, hay que tener en cuenta la importancia que para las hermandades tiene la carrera oficial, al ser una fórmula de recepción de ingresos que perciben las cofradías de penitencia (en base a unos baremos relacionados con el número de capirotes, los pasos, las bandas… de cada cortejo). Especialmente importante se antoja esta partida económica de la carrera oficial después de dos años sin percibir un solo euro.
Los hermanos mayores se reunirán en septiembre
El Consejo ha iniciado ya los contactos con el Ayuntamiento, para ir analizando posibles escenarios y las medidas o cuestiones que habría que cumplir o abordar en cada uno de ellos. No obstante, desde la permanente que lidera Jurado se plantea convocar un pleno a principios de curso en el que las hermandades configuren una nueva comisión de estudio y trabajo de la Semana Santa, para que desde el mismo mes de septiembre se trabaje de manera más intensa respecto a la próxima Cuaresma.
Esta comisión estará formada, a priori, por miembros de la permanente y por hermanos mayores, que tendrán que volver a ser elegidos ya que cuando se producen elecciones al Consejo de Hermandades cesan automáticamente todas las comisiones y se crean nuevas según lo que estime la nueva permanente.
Respecto a esta comisión, Jurado ha trasladado que junto a la configuración y desarrollo de esa incierta Semana Santa de 2022 tendrá que analizar y trabajar también en el desarrollo de la Cuaresma y en los problemas económicos derivados de la ausencia de culto en las calles, para intentar buscar fórmulas y soluciones desde la unidad de las cofradías gaditanas. Y es que el presidente del Consejo teme que una tercera Semana Santa sin hermandades en la calle “puede ser la puntilla para algunas, y debemos estar prevenidos y buscar soluciones con tiempo para evitar ese posible escenario”.